Podríem ser nosaltres...
MENDICIDAD
El metro de la ciudad se ha convertido en mi
transporte preferido. He dejado de empeñarme en aquel solo leer y cuánto me
molesta el ruido, para dedicarme a observar a los pasajeros.
Al
tomar asiento, detengo la mirada en un hombre menesteroso y su recital de penalidades.
¡Qué oficio tan antiguo, me digo! Quiero imaginar la situación en el S.XVII. Me
resulta difícil poner rostro actual al controvertido padre y patrón, Monipodio.
Intento imaginar las interminables razones por las que en nuestra época emprende caminos de exilio un
mendicante. Escucho el discurso del agraviado que tiene a su cargo cinco hijos
enfermos que no comen. Es idéntico al que oigo todos los días en diversos
trayectos. El lamento aprendido no me resulta conmovedor; pero me inquieta ese ser humano de jornadas sin
horario que recauda monedas de compasión.
Pienso
en la infinidad de medios para explotar hoy la miseria, y enmudezco. ¡Largas
horas de discurso ensayado a cambio de un beneficio humillante! Ignoro en qué
etapa del camino de su vida sitúa mi personaje su actual oficio.
Lola
Fumanal. Microrelatos II. 30 de mayo de 2016